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Por: Alejandro Meza

Pocos meses han bastado para que Raúl Cárdenas Navarro, recupere el respeto de la investidura de rector, pero sobre todo, la confianza en la Universidad Michoacana, deplorada a su máxima expresión durante los periodos de Salvador Jara y Medardo Serna. Ahora se requiere consolidar ese trabajo con acciones concretas, encaminadas a fortalecer la institución educativa y demostrar la calidad y los valores del nicolaicismo.

La Universidad Michoacana es portadora de una enorme carga simbólica, herencia de los héroes que nos dieron esta patria y es inconcebible la impunidad para los rapaces saqueadores, que hoy ostentan sumas millonarias sustraídas desde la ilegalidad, en detrimento de la Casa de Hidalgo.

Raúl Cárdenas debe asumir con responsabilidad los mandatos que le otorga la Ley Orgánica y proceder con todo el rigor necesario, al amparo de la Comunidad Universitaria, para abatir la corrupción y llevar a las instancias pertinentes a quienes se enriquecieron y llevaron a nuestra querida Universidad hasta el quebranto financiero.

La encomienda del rector es sumamente complicada, porque los excesos y el desorden de Medardo Serna, le heredaron una institución endrogada con proveedores, empleados y maestros y con una grave reducción en la matrícula, provocada artificialmente por los rectorados deshonestos, con intenciones privatizadoras.

Aunado a todo lo anterior, Serna González, creó en contubernio con Salvador García, un sindicato, conformado por traidores ruines, con la ilusa intención de restarle fuerza al SUEUM. La Inversión ha sido onerosa, con cargo al presupuesto universitario, del que se erogan las aviadurías de estos esquiroles que no aportan beneficio alguno a la institución. La continuidad de estas inercias puede manchar la trasparencia que aspiramos los universitarios, porque se incurre en la complicidad del pasado y el retorno de la opacidad que tanto hemos repudiado.

Raúl Cárdenas, ha caminado a pasos agigantados a pesar de las inclemencias legadas por la corrupción; sin embargo, aún quedan muchos asuntos pendientes en los que el rector tiene la última palabra para continuar por el camino correcto. La relación que hasta ahora mantiene con el SUEUM es óptima; pero no debe olvidar quienes somos los titulares del Contrato Colectivo de Trabajo y ubicar a cada cual el su justa dimensión.

 

¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!

¡VIVA ETERNAMENTE EL SUEUM!