Por: Alejandro Meza


La angustia y la zozobra en la que se encuentran sometidos los trabajadores universitarios, es una cortina de humo creada de manera sistemática, con la evidente tentativa de linchar públicamente a los asalariados nicolaitas, a fin de perpetrar una serie de patrañas en detrimento de las conquistas históricas de los sindicalizados. Si no hay reforma a las jubilaciones, no habrá salarios, como si se tratara de una dádiva y peor aún; ahora nos amagan con retener nuestros ahorros, producto de las aportaciones de depósito, constituyendo con ello un delito doloso que les convertiría en viles delincuentes.
Raúl Cárdenas Navarro, busca a toda costa modificar el actual sistema de jubilaciones y pensiones, pese a que el propio representante legal de la Universidad ha declarado públicamente que estas no son responsables del quebranto financiero de la institución; sin embargo, la moral conservadora del rector le obliga a respetar el convenio deplorable de Medardo Serna, desestimando el recurso de amparo, ante la ilegalidad en la que fuera firmado dicho documento.
De manera gradual y sospechosa, las autoridades universitarias han venido transformando su discurso y su actitud, tornándose cada vez más similares a las conductas represivas de Jara Guerrero y Serna González, asumiendo con ello una evidente condición de cómplices de un pasado plagado de incertidumbre y corrupción.
La moral endeble de los altos jerarcas nicolaitas, apunta los estatus de austeridad y restricción hacia la clase trabajadora, pretendiendo que los sindicalistas sean quienes carguen con los costos de la crisis financiera, mientras que nada se ha hecho con respecto a los depredadores de la institución, que desde la impunidad disfrutan los cientos de millones sustraídos ilegalmente de las arcas universitarias.
La Universidad Michoacana ha sido víctima de triangulaciones millonarias fraudulentas, protagonizando la llamada “Estafa Maestra”, con cifras escandalosas otorgadas por obras y servicios ficticios, además de 14 empresas fantasmas creadas desde la administración central universitaria, con la única finalidad de robarse el presupuesto, de por sí insuficiente, sin que exista hasta el momento ningún funcionario detenido.
Para la rectoría es más factible la salida simplista y vergonzosa de buscar la mutilación de los derechos laborales, mediante una supuesta reforma, de la que ni siquiera se han presentado una propuesta. Los anhelos reformistas de Jara y de Medardo, cobran vida nuevamente, con las ideas de continuidad de Cárdenas Navarro, quien lejos de buscar el castigo de los responsables, pretende validar y hacer realidad las ocurrencias del pasado, sin calcular que ese tipo de determinaciones están condenando su nombre al lado de los rectores represores y al repudio absoluto de todos los trabajadores nicolaitas.
Hasta Medardo Serna, con toda su miopía política y su corta inteligencia emocional, logró descifrar que el acompañamiento de los sindicalistas era más redituable en las gestiones financieras, que las agresiones estériles contra los trabajadores. Cárdenas Navarro debe entender que la armonía de la institución depende del respeto a los sectores que la conforman y que su rectorado tiene la mesa puesta para lograr los acuerdos de concordia que merece nuestra Universidad.


¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
¡VIVA ETERNAMENTE EL SUEUM!