Por: Alejandro Meza

Sería importante conocer el criterio que sigue el Gobierno Federal, para la asignación de los presupuestos a las universidades públicas y descubrir porque algunas de ellas, son estigmatizadas, con recursos deficitarios, en contraparte con otras, que mantienen un superávit considerable.

Es obvio que tratándose del dinero del pueblo, se tiene la obligación de evitar el despilfarro; sin embargo, debemos considerar que la educación pública, no es un gasto innecesario, sino una inversión vital para recobrar el tejido social, perdido durante el extenso periodo neoliberal.

La Universidad Michoacana ha sido colocada en la lista negra de las instituciones educativas, por los malos manejos de los pasados rectorados, pero podemos asegurar que gradualmente se ha venido desterrando a la corrupción enquistada en los periodos de Salvador Jara y Medardo Serna.

La opacidad y el ostracismo con respecto a la transparencia y rendición de cuentas se abatieron con la llegada de Raúl Cárdenas, de igual manera que los vergonzosos derroches de los funcionarios anteriores, afines a la vida glamorosa, con cargo al erario nicolaita.

La Casa de Hidalgo forma profesionistas de 14 estados del país, originarios de comunidades humildes, hijos de obreros y campesinos, ofreciendo una oportunidad para mejorar sus condiciones de vida.

Se han logrado acreditar la mayoría de los programas académicos y gran parte de sus procesos administrativos se encuentran certificados por su calidad; pero esto no ha bastado para contar con un presupuesto suficiente y oportuno.

Se dice que en el mes de septiembre se agotan los recursos para el pago de salarios de los trabajadores administrativos y académicos y nos condicionan a reformar el sistema de jubilaciones y pensiones, para poder concursar en bolsas extraordinarias, que no son otra cosa que los sub ejercicios fiscales que los tecnócratas utilizaron para erigirse como salvadores de las universidades.

No es posible que le falten al respeto a una institución histórica como la Universidad Michoacana. Lo que se requiere es que se le otorgue la dignidad que se merece, mediante la asignación de un soporte presupuestal, adecuado a sus necesidades sustantivas, no solamente por el membrete que representa, sino por el enorme compromiso que tiene con el pueblo mexicano. Los trabajadores universitarios no podemos continuar víctimas del horror que representa la incertidumbre salarial.

¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!

¡VIVA ETERNAMENTE EL SUEUM!