Por: Alejandro Meza


Transparencia y rendición de cuentas ha sido uno de los puntos fundamentales de la lucha del SUEUM, con respecto a la situación financiera que prevalece en la Universidad Michoacana, que ha sido reprobada por la Auditoría Superior de la Federación, por irregularidades que ascienden a 1034 millones de pesos, en recursos asignados. Hoy el rector nicolaita pretende respirar un poco y salir del ojo del huracán, desviando la atención hacia los sindicatos, a quienes se acusa de aferrase a no transparentar. Es necesario aclarar que el SUEUM no recibe recursos públicos, debido a que los financiamientos provenientes del Gobierno del Estado para saldar prestaciones contractuales, se dispersa a través de cuentas individuales de los trabajadores, es decir, que el sindicato maneja la documentación respectiva de tales recursos.


Los frecuentes tropiezos de la rectoría en materia financiera, política y laboral son un desorden recurrente que no han podido solventar y que ahora pretenden revertir señalando a otros para atenuar la gravedad de las faltas incurridas, mediante cortinas de humo que no aportan nada a la estabilidad de la institución.
Pugnamos porque exista transparencia en la Universidad porque esta opera con recursos públicos. El SUEUM depende de las cuotas sindicales de todos sus socios y de ello no tenemos la obligación de rendirle cuentas a nadie, porque es el dinero de los trabajadores y en todo caso, solamente a estos se les debe informar el destino de sus cuotas. Igual que Don Quijote, luchamos contra gigantes: la injusticia, el miedo y la ignorancia, porque conocemos los caminos de la ley; hemos aprendido a remar contra corriente, en la búsqueda incesante de la institución que los michoacanos merecemos.
La transparencia es una obligación de las autoridades universitarias, es necesario que el pueblo conozca en que se destina el dinero de sus impuestos, es prioritario conocer los montos salariales que perciben el rector y su comitiva, los costos de los vehículos oficiales de la Universidad y los montos indiscriminados en gastos ceremoniales que nada aportan a la sociedad ni a la academia.
Lanzar la bola al aire en busca de responsabilidades ajenas, sin fundamentos no exime la responsabilidad enorme que tiene el rector frente a la sociedad, ante la que se ampara con el argumento endeble de la autonomía; pero no puede interpretarse como impunidad para evadir las normas que rigen el estado de derecho nacional.

 

¡UNIVERSIDAD O MUERTE!

¡VIVA ETERNAMENTE EL SUEUM!