Por: Alejandro Meza


Cinismo y obstinación son las únicas respuestas que encuentro en la intentona fallida de la Diputada Rosa María de la Torre, de conformar el presídium en al acto celebrado el pasado 15 de septiembre en el Colegio de San Nicolás, para galardonar a los maestros universitarios.
El SUEUM y el SPUM hemos declarado desde hace tiempo a la legisladora como persona non grata y su sola presencia en cualquier recinto universitario mancilla y ofende la dignidad de los sindicalistas y de toda la comunidad nicolaita, que desprecia a quienes atentan contra la autonomía y el derecho.
No podemos tolerar en un acto emblemático, la asistencia de los agresores de la Universidad Michoacana, como el caso de Rosa María, la promotora principal de la reforma al Artículo 143 de la Constitución Política de Michoacán, quién hipócritamente se dice defensora de la Casa de Hidalgo, mientras furtivamente atenta contra los derechos de los universitarios.


La legisladora sabe perfectamente que su carrera legislativa se encuentra en la fase final, de un paso fugaz por la política, sin arraigo ni militancia partidista previa y sin un padrino encumbrado que le permita continuar jugando en las grandes ligas. Jara Guerrero, el protector de Rosy, se encuentra fuera de la función pública nacional y estatal y el único camino cierto para la diputada es el retorno, sin pena ni gloria a las aulas universitarias; aspecto honorable para cualquier mortal, menos para quien enfoca sus aspiraciones en la ambición y el excesivo lucimiento personal.
La ausencia de autocrítica y la amnesia mental de la legisladora le hicieron creer que sería recibida con ovaciones en el Colegio de San Nicolás. Nunca pensó que se solicitaría que abandonara el histórico recinto, porque su mentalidad no decodifica los conceptos de vergüenza y de pudor.
La petición de retirada no es una sorpresa; lo sorpresivo es la osadía de su presencia non grata, en el intento fallido de postrarse frente a un auditorio que repudia lo que su investidura representa.


La unidad de los sectores universitarios, conjuntamente con la autoridad ha dado las primeras muestras de la fuerza que tiene la universidad y no estamos dispuestos a permitir que se vulnere la autonomía por las mentalidades perversas de unos cuantos diputados que buscan un botín político a costa de la institución.
Los logros educativos, de investigación científica y de difusión de la cultura son resultado del trabajo de los nicolaitas y tenemos toda la autoridad moral para pedir que se otorgue un presupuesto justo para llevar a cabo las funciones sustantivas de la centenaria institución.


¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!

¡VIVA ETERNAMENTE EL SUEUM!