Por: Alejandro Meza
Hace apenas tres años, los nicolaitas votamos por la candidatura de Silvano Aureoles Conejo para ocupar la gubernatura de Michoacán, porque consideramos que era el menos malo en la contienda electoral y el único que representaba un proyecto de izquierda, al igual que el instituto político que lo designó.
Actualmente Silvano y su partido se encuentran cada vez más distantes del progresismo revolucionario que alguna vez pregonaron. Los principios combativos que dieron origen al PRD en 1988 han ido evolucionando de manera lamentable, desde el divorcio con las causas populares, hasta la catastrófica alianza con la ultraderecha representada por el PAN, en un deplorable descalabro político que el pueblo no olvidará.
Silvano Aureoles, aspiraba a la candidatura presidencial que lo posicionaría en un reflector nacional; sin embargo no fue así y su partido optó por apoyar a Ricardo Anaya. Esta designación culminó con los anhelos futuros del flamante gobernador, quién reviró iracundo ante lo que consideró un proyecto excluyente y se pronunció en favor de la candidatura de José Antonio Meade, faltando con ello a la disciplina de su partido, pero sobre todo a la convicción de quien alguna vez fuera militante de la izquierda.
Los sueños de grandeza de Silvano Aureoles han quedado truncos y no le queda más remedio que culminar el sexenio al frente del gobierno estatal, del que aún restan tres años. El problema estriba en el revanchismo político que ha mostrado el mandatario en contra de aquellos a quienes considera que influyeron en el fracaso de su ansiada candidatura.
Las manifestaciones sindicales, campesinas y populares se han convertido en un referente cotidiano en la entidad, dando muestras evidentes de la inconformidad que estriba en Michoacán; al unísono que Silvano se dedica a desmentir los reclamos de la sociedad, haciendo uso de todo su aparato comunicativo para señalar que todo está bien, que no hay adeudos y que en la entidad, todo camina en paz y armonía.
La Universidad Michoacana y muchas instituciones del ramo educativo se están desmoronando por la falta de liquidez, ante la indiferencia del gobierno para actuar conforme a los principios constitucionales que le obligan a proporcionar educación gratuita y de calidad. De igual manera se encuentra el sector salud y todas aquellas instancias donde existe la presencia de algún sindicato.
Silvano parece haber olvidado que el sindicalismo michoacano colaboró en gran medida para obtener el triunfo como gobernador, pero no se olvida que los sindicalistas coadyuvamos para la consolidación del cambio nacional y su vaga percepción del nuevo paradigma lo convierten en adversario de la clase trabajadora organizada, porque su memoria como militante de izquierda forma parte de un pasado incomodo que no le interesa recordar.
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
¡VIVA ETERNAMENTE EL SUEUM!