Por: Alejandro Meza
De nueva cuenta el olor a azufre se vuelve a percibir en el campus universitario; y es que el gusano estercolero, Salvador Jara Guerrero vuelve a hacer apariciones públicas en la ciudad; a unos meses de la sucesión en rectoría. Es incalculable el daño ocasionado a la Universidad Michoacana durante la funesta gestión del innombrable, para que de pronto pretenda volver a incidir en los asuntos nicolaitas.
La falsedad y la desfachatez del tristemente célebre ex rector son sintomatomas de un personaje dotado de cinismo extremo y una voracidad patológica, de la que se encuentra insatisfecho. Ahora que está fuera de las grandes ligas de la política nacional ansia recuperar su estatus de jerarca, incidiendo en los asuntos de la Universidad Michoacana, regresando a la semilla donde germinó el monstruo que encarna su persona.
Jara Guerrero afirma desconocer el monto de su pensión universitaria y asegura que no es una cantidad onerosa. Esto ocurre generalmente con quienes tienen más, y ni siquiera conocen la cifra de sus percepciones.
El siniestro personaje de minúscula estatura y desmesurados ímpetus de grandeza reaparece en el panorama michoacano, esgrimiendo declaraciones falaces, aseverando que siempre respaldó a la Universidad desde la gubernatura y de la subsecretaría de educación superior; lo que constituye una más de las patrañas escupidas por el perverso hombrecillo.
El pequeño adefesio dotado de maldad no ha hecho otra cosa que traicionar a la institución que lo formó como profesionista; pero su ingratitud característica no le permitió voltear a la Casa de Hidalgo, porque invariablemente antepuso sus ambiciones de poder frente a la verdadera responsabilidad que todo funcionario debe tener.
Ante las circunstancias, es necesario mantener un estado de alerta ante la presencia non grata de Salvador Jara, quien a toda costa buscará imponer su voluntad en la designación del próximo rector. Los universitarios no podemos permitir que el jarismo se fortalezca nuevamente, porque conocemos los nefastos resultados de este singular personaje. Jara Guerrero y sus huestes son un mal que debe erradicarse de manera definitiva de la Universidad Michoacana; para consolidar el cambio se requieren personas de próvida moral; pero sobre todo con ideales progresistas afines al nuevo modelo de país que hemos empezado a construir. En México no debe existir ningún lugar para sostener viva la corrupción; por lo tanto no puede haber acomodo para Jara Guerrero ni la gavilla de secuaces que secundan.
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
¡VIVA ETERNAMENTE EL SUEUM!